jueves, 9 de noviembre de 2006

Anoche...


Anoche soñé contigo.
Vamos, qué pasa...¿Que estás tratando de decirme?
Ya sabes que yo no creo en eso de la interpretación de los sueños y cosas asi, ni que el agua significa esto y las novias esto otro.
Para mí no son más que tonterías.
Los sueños son sueños no más.
Uno sueña lo que le late y punto, lo que lleva dentro, lo que teme, lo que aguarda, lo que vibra.
Uno sueña con lo que le importa muy dentro y yo...yo anoche soñé contigo.
Y no sé por qué.
Y si estás tratando de decirme algo, que me de cuenta de algo déjame decirte que te está resultando.
Y me asusta.
Y claro, como no me voy a asustar si en general nunca planifico tanto nada, en general siempre sigo lo que me dicta el corazón, guiado, claro por ese toque de razón siempre tan necesario.
Y ahí estabas.
Perfecta y redondita, deliciosa y rosadita...preciosa, porque eras niña, debo decirte, eras niña, sana y completa, risueña y despierta.

Y no sé porque eras niña si nunca me han gustado así tanto, las que me ha tocado conocer son en general unas mañosas malcriadas pero tú... tú eras perfecta, tu aroma era el de los duraznitos del verano, tu piel la de un pastelito de crema y tus ojos...tus ojos resplandecían más lindos que todas las estrellitas juntas. Tan mía.

En fin, tú a mi puedes mandar a decirme lo que quieras, en sueños, o en poemas, en cartas o en visiones, sé donde estás y cuánto me buscas, sabes donde estoy y donde estaré por si un día de estos te sales al fin de mis sueños y vienes a decirme amor, así al oído y susurrando, lo que hace tanto tiempo quiero volver a escuchar.