Hace tiempo que debimos escribir esto.
Antes que se nos olvidara.
Antes que pasara más el tiempo y dejáramos atrás este acontecimiento maravilloso.
La noche del 14 de Agosto, hacia mamá, diste tus primeros pasos.
Tus primeros pasos de verdad, esos que te llevan a alguna parte, esos que decides sola, esos que anuncian que tu andar ha comenzado, que ya no hay vuelta atrás, que tu camino comienza a abrirse y que tu espíritu inmenso se apresta a recorrerlo.
Porque antes, claro, caminaste, caminaste primero en tu andador rosado en el que corrías como bólido y llegabas a cualquier parte, luego de a pasitos cortitos dentro de tu corral de asaltante de farmacias, después, cuando te aburriste del corral comenzaste a caminar sujeta primero afirmadita de los sillones, de la mesa de centro hasta que te aventuraste a soltarte de a poco y un poco más a los brazos de mamá o de papá.
Pero esa noche fue distinta, la Ayi ya se había ido y como era Viernes ni se enteró sino hasta el Domingo 16 en que fuimos a verla y le contamos y se emocionó al verte caminar solita Capulli desde su living hasta el patio de adelante.
Y bueno, te largaste no más, hay que aceptar estos signos del destino porque son una maravilla, un verdadero prodigio aunque cada uno de ellos representa de algún modo tu inmenso poder para hacer todo por ti misma con resolución, con la fuerza de una gallardita.
Estoy segura de ello mi Palomi, cozita redonda, de maíz, de algodón, de uvita, de pasitos de luna.
jueves, 1 de octubre de 2009
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